𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚 𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 (𝐌𝐚𝐫𝐢𝐚 𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐮𝐦 𝐜𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐫𝐮𝐦).

Todos conocemos la enorme devoción que en todo el mundo cristiano tenemos hacia la Madre de Dios, la Santísima Virgen María, a la que veneramos bajo infinidad de advocaciones. Tenemos que reconocer que entre ellas, una de las más populares es esta: María Auxiliadora, hasta el punto de que tiene una festividad establecida en el calendario de la Iglesia Universal. Intentemos profundizar un poco sobre esta advocación mariana.

“𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚, 𝐚𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐬”, es uno de los títulos más antiguos dado a la Madre de Dios. Desde los primeros siglos del cristianismo, la advocación “𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚” ya era conocida y utilizada. Entre las muchas inscripciones cristianas encontradas en Oriente, existen dos títulos predominantes referidos a la Santísima Virgen: Θεοτόκος (o Madre de Dios) y Βοήθεια (o Auxiliadora)

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla en el siglo IV decía que “𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚 𝐞𝐬 𝐮𝐧 𝐚𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐨 𝐩𝐨𝐭𝐞𝐧𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐨, 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐲 𝐦𝐮𝐲 𝐞𝐟𝐢𝐜𝐚𝐳 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨”. Proclo, filósofo griego en el siglo V y San Sabas de Cesarea en el siglo VI también se refieren a María en estos términos, haciéndolo también siglos más tarde San Sofronio de Jerusalén, San Juan Damasceno y San Germán de Constantinopla.

Y es cierto, que María es nuestra auxiliadora, que nos protege contra el mal, porque ya en el mismo libro del Génesis se dice: “𝐏𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞́ 𝐞𝐧𝐞𝐦𝐢𝐬𝐭𝐚𝐝 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐭𝐢 𝐲 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫, 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐭𝐮 𝐝𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐬𝐮𝐲𝐚; 𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐭𝐞 𝐩𝐢𝐬𝐚𝐫𝐚́ 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐳𝐚, 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐭𝐮 𝐚𝐜𝐞𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐬𝐮 𝐜𝐚𝐥𝐜𝐚𝐧̃𝐚𝐫” (Gen. 3, 15). Los cristianos vemos en este texto bíblico una alusión a la Santísima Virgen, ya que al ser la Madre de Jesús, es la mujer que lleva la salvación en su linaje, en su descendencia. Y por si tuviésemos dudas acerca de si esta referencia se refiere a María, el mismo San Juan Evangelista, en el libro del Apocalipsis lo deja aun más claro: “𝐔𝐧𝐚 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐥 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐢𝐨́ 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨: 𝐮𝐧𝐚 𝐌𝐮𝐣𝐞𝐫, 𝐯𝐞𝐬𝐭𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐨𝐥, 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐧𝐚 𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐩𝐢𝐞𝐬 𝐲 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐫𝐨𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐜𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐬𝐮 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐳𝐚; 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐮𝐧 𝐧𝐢𝐧̃𝐨 𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐲 𝐥𝐥𝐨𝐫𝐚𝐛𝐚 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐚𝐛𝐚 𝐚 𝐥𝐮𝐳, 𝐜𝐨𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐨” (Apocalipsis, 12, 1-2).

Esta advocación, con el paso de los siglos, fue tomando fuerza en toda la Iglesia, en Oriente y en Occidente, llegando su punto culminante en el siglo XIX, cuando San Juan Bosco, puso toda su actividad educativa y apostólica bajo la protección de María Auxiliadora. De todas formas, no olvidemos que ya San Pío V, en el siglo XVI, cuando instituyó la fiesta de Santa María de las Victorias, incluyó la advocación “𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐮𝐦 𝐜𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐫𝐮𝐦” en las letanías lauretanas.

Pero volviendo a Don Bosco, tenemos que resaltar que fue él quien popularizó en todo Occidente la invocación “𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚, 𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐬”. El no podía concebir que el éxito de su labor entre los jóvenes no estuviese favorecido por la acción directa de la Santísima Virgen. El veía ese éxito como una obra directa de María y por eso, en el año 1860 retoma la antigua advocación de “𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚 𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚”, ya que fue la misma Virgen María quien le manifestó su deseo de que se la nombrara y honrara bajo esa antigua advocación y esta advocación se expandió por los cinco continentes simultáneamente a la expansión de los salesianos por todo el mundo. San Juan Bosco y Santa María Dominica Mazzarello fundaron una nueva congregación religiosa y no es casual que le pusieran este nombre: “𝐈𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐇𝐢𝐣𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚 𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚”.

A fin de ponerla en la iglesia erigida en Valdocco, San Juan Bosco mandó pintar a Tomás Lorenzone una imagen de la Virgen con el Niño, puesta de forma que apareciese venerada por los doce apóstoles, otros santos y ángeles, siendo esta pintura aquella en la que se han basado otras muchas representaciones de María Auxiliadora. Lorenzone tardó tres años en realizar el trabajo el cual, finalmente, fue puesto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín.

Asimismo, San Juan Bosco compuso una oración que es conocida como la “𝐎𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐧 𝐁𝐨𝐬𝐜𝐨 𝐚 𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚 𝐀𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚” y que es esta:

Oh, María, Virgen poderosa, grande e ilustre defensora de la Iglesia, singular auxilio de los cristianos, terrible como un ejército ordenado para la batalla. Tú sola has triunfado de todas las herejías del mundo. Oh Madre, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo y en la hora de la muerte, llévanos al cielo. Amén.

Pidamos en el día de hoy a la Santísima Virgen por la salud y fortaleza del Papa Francisco y por el fin de la guerra en Ucrania. 𝐌𝐚𝐫𝐢𝐚, 𝐚𝐮𝐱𝐢𝐥𝐢𝐮𝐦 𝐜𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐫𝐮𝐦, 𝐨𝐫𝐚 𝐩𝐫𝐨 𝐧𝐨𝐛𝐢𝐬.